La rabia es una emoción muy mal entendida. Se le acusa de varios “delitos”: como la agresividad, el descontrol, el desborde emocional, el daño a otro, la irracionalidad y un largo etc. De todos esos delitos es inocente porque la rabia no es otra cosa que la energía suficiente y nunca desproporcionada para poder alcanzar un objetivo o para poner límites.
Este blog está dividido en siete partes en donde trataremos las emociones como necesidades básicas insatisfechas que aprenderemos a satisfacer con el fin de procurarnos bienestar. La parte I necesidades básicas insatisfechas, La parte II el Miedo, La parte III la Rabia, la IV el Dolor, la V la Tristeza, la VI La Vulnerabilidad y la Vergüenza y la VII la Alegría.
CASTIGO
La mala gestión de la rabia nos puede llevar a extremos como la ira, la cólera, el daño y la culpabilización a otros o la vergüenza extrema cuando la rabia se retroflecta. Todo lo anterior tiene como consecuencia un castigo. Somos expertos condenando a todo el mundo por el malestar que sentimos y a nosotros mismos por no haber obrado como creemos que los demás esperan. No construimos un sitio propio desde el cual movernos, sino que estamos pendientes de la mirada de los demás y lo podemos conseguir a costa de extinguir cualquier pensamiento o acción que nos distancie del ideal que tenemos de nosotros. No avanzamos con decisión hacia un objetivo propio ni ponemos limites a los demás porque con ello abandonamos nuestra zona de confort y entramos en conflicto.
La rabia es una emoción que nos dinamiza y esto muchas veces tiene que ver con sacarnos de la comodidad de lo que estamos acostumbrados a ser y a hacer. Es por eso que la castigamos y penalizamos todo lo que con ella tenga que ver.
PERDÓN
Para entender dónde está nuestro límite como personas, primero tenemos que saber lo que necesitamos y satisfacerlo. Esto nos permite coger nuestro sitio en el mundo con solidez y hacernos cargo de que poner límites a nosotros mismos, para conseguir ser adultos y no estar pendientes de la mirada ajena, tiene que ver con activarnos sin falsos pretextos o haciendo daño a otros. Dicha activación tiene relación con la honestidad, no con la agresividad. La honestidad de validar un deseo, un proyecto o una necesidad lleva consigo el impulso de satisfacerlo y es aquí donde la rabia, como energía emocional, nos activa y nos ayuda a luchar por lo que queremos.
La sobreadaptación que inunda nuestra vida cotidiana es la mayor enemiga del bienestar que buscamos a ciegas. La rabia puede ser una luz para salir de la oscuridad.