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Un blog es una bitácora interior, un pasadizo que une pensamientos y emociones, un documento científico a veces. Un blog es una conversación sin certezas, como la vida misma.

SUPERFICIALIDAD Y POSITIVISMO PSICOLÓGICO PARTE II EL MIEDO

La emoción del miedo

La emoción del miedo

Evolutivamente hablando, en la historia de la raza humana y de cada ser humanos, el miedo es la primera emoción que aparece. Tiene su lógica porque, tanto para nuestros ancestros primitivos como para nosotros mismos al nacer, el mundo representó un peligro enorme. El miedo nos guió hacia la supervivencia. Una vez pasado el peligro inminente como especie y como personas, el miedo que sentimos es muchas veces a un peligro que no existe porque, si no corre peligro nuestra vida o nuestra integridad física, podemos sospechar que a lo que tememos es a algo que no es real, por lo menos fuera de nuestra mente.

Este blog está dividido en siete partes en donde trataremos las emociones como necesidades básicas insatisfechas que aprenderemos a satisfacer con el fin de procurarnos bienestar. La Parte III la Rabia, la IV el Dolor, la V la Tristeza, la VI La Vulnerabilidad y la Vergüenza y la VII la Alegría.

MIEDO

Indefensión

Como decía más arriba, el miedo es la primera emoción que aparece en nuestra vida. El peligro es una alerta que se nos graba a fuego, pero a través de los cuidados que nos da nuestra familia, vamos calmando la sensación de que vamos a morir si no nos tocan, miran, abrigan, calman nuestro llanto y, más adelante, si no nos sonríen o no nos aceptan. Si no tenemos todas estas cosas en nuestra primera infancia el peligro es verdadero (morimos si alguien no se ocupa de nosotros), en consecuencia, la indefensión también lo es.

Anticipación

Para calmar tal indefensión, aprendemos a anticipar los peligros para poder defendernos a tiempo. Como raza humana lo logramos, salimos de las cuevas y construimos fuertes y armas. Salimos victoriosos en defensa, tanto que nos volvimos expertos en atacar, algunas veces sin justificación, porque no aprendimos a calmar la sensación de indefensión que ya no es verdadera. En la biografía de cada uno de nosotros pasa lo mismo. Seguimos creyendo que tras los mecanismos de defensa que construimos cuando pequeños (nuestros fuertes y armas), hay dragones que nos van a matar.

En nuestro recuerdo de niñez tiene lógica que las cosas nos parezcan más grandes de lo que son en nuestra realidad actual. Hemos crecido. Luego, el dragón al otro lado de mi fuerte (mecanismos de defensa) no es más alto que mi rodilla y es falso que estoy indefensa

Criterio de realidad

Mi adulto es el único que puede calmar a mi niño interior

De adultos seguimos sintiendo miedo porque se nos grabó a fuego la indefensión. Ahora nos toca aprender a calmarlo porque el mundo ya no es lo peligroso que fue en nuestra infancia. La única forma de calmar el miedo que yo conozco es hacerlo como si tuvieras cerca de un niño (nuestro niño interior) asustado. ¿Qué es lo primero que uno hace? Abrazarlo, desde mi punto de vista, lo único que quita el miedo es el contacto físico y, de adultos, estamos perfectamente capacitados para darnos ese contacto.

Por ejemplo, siento miedo porque me he cometido un error con mi pareja o madre o amigo o jefe, y creo que la consecuencia es que me va a dejar de valorar como persona. Este es un miedo infantil porque es verdad que si de bebés no me valoran los demás (que para el bebé es “no me quiere” y quererme es cuidarme, alimentarme, sonreírme, tocarme, mirarme, abrazarme, etc.), la indefensión es tan grande que, si no hacen todo eso por mí, me muero.

Ya de adultos seguimos temiendo, pero a un peligro que no existe porque si alguien no me valora, no me quiere o me rechaza, no me muero. Sin embargo, el miedo está. ¿Qué hago? Acariciarme para calmarme, paso mi mano por mi pecho, por mi barriga o por donde yo sienta que me voy calmando. Es mi niño quien siente miedo y yo como adulta puedo calmarlo. Este es el criterio de realidad: no me voy a morir si me equivoco o si alguien me rechaza.

Contacto físico y criterio de realidad son las únicas dos formas que, desde mi punto de vista, calman el miedo. Calmado el miedo de nuestro niño, la sensación de indefensión desaparece y el adulto toma el mando para generarnos bienestar, calma y autoapoyo.