Hace unos días escuché una conferencia del Paco Peñarrubia y Annie Chevreux: «Reflexiones sobre el Buscador» (ver el vídeo aquí). Me conmovió la claridad de Paco y la dulzura de Annie al describir el motor que mueve a la persona que busca. Ese motor no es otro que la curiosidad.
La curiosidad del buscador
Lo sorprendente es cómo describen ellos dicha curiosidad. Como algo que falta y como una enfermedad porque el buscador toma contacto con su propia carencia y eso le causa dolor. Dolor que es absolutamente necesario para que el movimiento se de y la carencia se satisfaga.
A pesar de ello, la curiosidad nunca se satisface porque es una actitud de vida. Es una condena que lleva a la sabiduría y a aprovechar la vida. Porque cuando uno busca, lo que encuentra es a uno mismo herido y se puede reparar. Es decir, la consciencia de nuestra propia carencia nos mueve a buscar para darnos lo que necesitamos. Sin dicha consciencia no hay satisfacción ni bienestar.
Conclusión
En la sociedad actual la tendencia es de copiar, no de buscar, aunque el ser humano, evolutivamente tienda a ello. Y que muchas veces la curiosidad sea tildada de inconveniente, incorrecta o invasiva, no ayuda a que la educación escolarizada la estimule o ayude a desarrollar. Sin curiosidad nuestra alma queda pasmada, como dice Claudio Naranjo y en ese estado no nos queda más horizonte que ver tele y comer patatas fritas.
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