En su libro La Locura lo cura, Guillermo Borja habla de forma magistral de distintos e interesantes aspectos tanto de la terapia, como del terapeuta. Un aspecto que me llamó la atención es como él clasifica los estilos terapéuticos y de cómo éstos implican al paciente y al proceso de autoconocimiento y sanación. Trataré de resumir su mensaje de forma clara.
“Las escuelas (psicológicas) no fueron creadas a partir de deducciones mentales, sino que son fruto de arduos y profundos trabajos personales de autoconocimiento, implicación y compromiso personal en el trabajo”
Guillermo “Memo” Borja
Terapeutas emocionales
En primer lugar, Guillermo Borja se refiere a tres grandes estilos terapéuticos. Estarían los terapeutas emocionales, los cuales desarrollan un tipo trabajo eminentemente corporal y emocional. Son terapeutas con presencia y guía permisiva y amorosa. Este tipo de terapia le viene muy bien a pacientes cuya problemática sea la represión de la emocionalidad y que su trabajo pase por reparar el daño en sus roles afectivos. Lo importante en este estilo es expresar el deseo.
Terapeutas de tipo mental
El segundo estilo es de los terapeutas de tipo mental. Dichos terapeutas se orientan hacia el pasado, su trabajo es analítico. Se trabaja en detalle las situaciones de vida y las relaciones que hace el paciente con las personas. Para los que están atrapados en una emocionalidad desbordada, este tipo de acompañamiento pone luz, pues el reflexionar y analizar, aporta una actitud más resolutiva y con menos peso. Lo importante en este estilo es analizar el deseo antes de satisfacerlo.
Terapeutas de tipo acción
En tercer lugar, estaría el estilo terapéutico que se centra en la acción, el cual “valora mucho los impulsos y la realización de deseos”. Los terapeutas de acción dan mucho valor al placer y a la desobediencia. Con lo cual pueden liberar al paciente de los prejuicios y los lastres morales que le producen daño. Lo importante en este estilo terapéutico es realizar el deseo.
Conclusión sobre los estilos terapéuticos
Cada paciente elige a su terapeuta, como cada aprendiz lo hace con su maestro. La idea principal es que el paciente vaya cambiando de estilo terapéutico para que integre sus zonas prohibidas y pueda completarse como ser humano.
Lo central de los terapeutas es que tengamos presencia y que seamos congruentes, que no resultemos un fraude
Guillermo “Memo” Borja
Bibliografía
Borja G., (1995). La locura lo cura. Barcelona: Ediciones La Llave.